Exposición personal

hilo+hilo

Enero / jueves 16 - Febrero / domingo 23 La Pared Negra Nave 3
#Fotografía #La Pared Negra

hilo+hilo / Jenny Sánchez

UNA IMPRUDENCIA

Estas palabras no son prudentes. Las fotos reunidas en este catálogo tampoco son prudentes. Nada en este cuarto tiene un ápice de ética. Acaso la ética de la belleza, de la fuga.

Me acuerdo como si fuera hoy de la primera vez que vi a Jenny Sánchez entrando por la puerta de mi apartamento en San Miguel, Centro Habana. Tenía los ojos rojos como el conejo de Alicia y yo pensé que debía alimentarla, darle algo de comer, unos huevos revueltos, aunque sea.

Me acuerdo de que pensé mal de ella y de que mi pensamiento era más o menos cierto: a esta niña solo le importa una cosa.

Me acuerdo de ese día y de lo posterior a ese día porque yo tenía dos cosas muy notorias que tal vez le interesaron al ojo curioso de Jenny Sánchez: Yo tenía una herida y un conejo negro.
Así empezó todo.

Pienso en una herida cuando veo las fotos de Jenny Sánchez. Pienso en un conejo negro cuando repaso las imágenes en mi memoria. Un conejo que va a morirse. Una bola negra de algodón negro que queremos cuidar y acurrucar con amor antes de que muera.

Jenny Sánchez y yo imaginamos juntas esta exposición desde el primer movimiento de su dedo al presionar el obturador de aquella Nikon pequeña que hacía poco se había comprado. Se trata de una presión, una herida, un hilo que halo: la austeridad de la intimidad.

El nombre, para mí, no tiene mucho sentido. Había un libro y una idea y unos poemas sobre la noción de ser mujer en un país no-mujer. Pero eso no tiene mucho sentido, aunque Jenny Sánchez insista en mantenerlo.

Los poemas fueron publicados en un libro con el mismo nombre, sin fotos y sin amor. Eso no debió pasar. Eso es otra herida. Otro hilo mal halado.

Aquí están las fotos ahora en su tamaño preciso, en su formato único, más añejas y vírgenes, ¿estériles?, despiadada fuga.

El ojo curioso de Jenny Sánchez retrató eso que llamamos herida. Lo hizo sin vergüenza, sin pudor. Lo hizo sin esfuerzo, sin consecuencia. Y lo hizo bello.
La obra de Jenny Sánchez (que a mí me gustaría culpar, por irresponsable) responde a atributos de belleza que Jenny Sánchez, en cierta medida, no controla. Ella misma es incontrolable. Su fotografía cede a un principio húmedo, ¿gota?, ¿de deseo?, ¿de sangre?

Me da un poco de dolor hacer un recorrido por el mapa de las fotos, me da una náusea basada en la cosquilla del egoísmo. Soy yo, a veces, en esas imágenes. Yo desangrada frente a un ojo travieso, un ojo de niña, país.

Las fotos se hicieron en longaniza, una detrás de otra como por arte de ley física. Hay inercia en los colores. Hay tanto interés aquí.

Volvemos a la herida, al conejo negro, delgado, bola de algodón que va a morir, al hilo que halo y tenso, quebrada.

Jenny Sánchez, querida, ¿tú te das cuenta de lo que hicimos?

Legna Rodríguez Iglesias
Miami, 2 de noviembre de 2019